20. Dios tiene un plan maravilloso
Casa de Oración Rancho Nuevo | 05 de Octubre de 2014 | Jonathan García | #CEO
Hechos 3.17Mas ahora, hermanos, sé que por ignorancia lo habéis hecho, como también vuestros gobernantes. 18Pero Dios ha cumplido así lo que había antes anunciado por boca de todos sus profetas, que su Cristo había de padecer. 19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio, 20y él envíe a Jesucristo, que os fue antes anunciado; 21a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.
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Un plan maravilloso — con “p” y “m” minúscula.
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Un Plan Maravilloso — con “p” y “m” mayúscula.
No es primordialmente y fundamentalmente una enseñanza. Hay una enseñanza, eso es el sermón, pero el cristianismo es, en esencia, algo que ocurre, algo que ha sucedido, algo que está sucediendo, y algo que va a suceder. El cristianismo es algo que sucede, algo que nos confronta, algo que nos llama.
¿Por qué se maravillan?
¿Esto les sorprende? Que poca memoria tienen, varones israelitas… ¿No recuerdan a Jesús de Nazaret? ¿Cuándo convirtió las aguas en vino, o aquella multiplicación de los panes y los peces en dos ocasiones? ¿O cuando sanó a los diez leprosos y el paralitico de Betesda? ¿No se recuerdan el hombre de la mano seca? ¿O aquellos dos ciegos, el sordomudo o la mujer con flujo? ¿El endemoniado gadareno? ¿O cuando resucitó a Lázaro de entre los muertos? ¿Se olvidan del siervo que le restauró la oreja que yo mismo le corté [Pedro]? ¿No recuerdan la tumba vacía y el velo rasgado?
Nosotros no podemos sanar al cojo, nosotros no producimos milagros; es Dios, siempre ha sido Dios, cuando Él quiera, como Él quiera y a quién Él quiera sanar y usar.
¿Por qué ponen los ojos en nosotros?
Esta es la respuesta de todo ministerio, de todo predicador y siervo de Dios debe dar con toda humildad y el énfasis y la fuerza necesaria. La gente siempre tiende a poner sus ojos en los instrumentos y no en la fuente. Aquí está el meollo de todo el asunto; lo importante no era el milagro, sino hacía donde apuntaba. Esa siempre debe ser nuestra pregunta cuando veamos alguna señal o algo sobrenatural. ¿Qué importa mi sueño, mi visión, lo que sentí o vi? Lo que importa es el propósito, ¿a dónde me lleva? ¿A Dios, al mundo o a la confusión? ¿Mi gloria o la de Cristo? La gente siempre se queda en el “fenómeno”. Pero Pedro no predicó acerca del milagro.
El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob.
¿A dónde apunta el milagro? Aquí viene una verdad que muchos ignoran con respecto a nuestra predicación del Evangelio. Muchos creerían de inmediato que todo comienza con Jesús, al fin de cuentas, de Jesucristo se trata el cristianismo. No comenzó con Jesús de Nazaret. Pedro “hizo” un milagro en el nombre de Jesús, pero no comienza su predicación con Él. ¿Por qué? Esto es simple, porque el hecho de la Cruz no fue un accidente en el año 33 DC, sino fue un plan desde antes de la fundación del mundo; predestinado por el Padre, Yahvé. En otras palabras, aunque el cristianismo se manifestó en Cristo, en su vida, en su muerte y resurrección, realmente nació en la mente del Padre desde antes de la fundación del mundo.
La predicación del Evangelio no se comienza con un problema en particular del hombre —enfermedad física, economía, depresión—; el Evangelio comienza con el problema principal del hombre para con Dios: está separado, y la condenación está cerca. Pedro no comenzó hablando del milagro, ni siquiera del Hijo Jesucristo, sino del Padre y del hombre.
Así comienza el Evangelio, Dios ideó un plan de Salvación desde antes de que tú y yo naciéramos. Eso se propuso desde el principio cuando creó al hombre; nada le tomó por sorpresa. Y ahora se ha manifestado en Jesús el Cristo. Todos los profetas anunciaron a este Mesías. Nosotros somos testigos de esto, y es por la fe en su nombre —Jesús de Nazaret— que este cojo está saltando. No nos miren a nosotros como si nosotros por nuestro poder o piedad le sanamos. Es el Dios de Abraham que ha glorificado a su Hijo Jesús, al que ustedes prendieron. Así que:
19Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.
Es importantísimo comprender y repetir en que consiste la predicación del Evangelio; el mensaje del cristianismo, la semilla del poder de Dios para Salvación. Este es el segundo sermón del apóstol Pedro en el que se encuentra predicando el Evangelio puro. Ya comprendimos que no comienza con las necesidades temporales de los hombres, ni sus problemas particulares; sino con el problema fundamental: están separados de Dios, y está cerca la condenación. Todo comienza hablando del Dios de Abraham, Isaac y Jacob; Dios tiene un plan maravilloso desde el principio. Pedro ha comenzado a predicarlo: “así que —por lo anterior: “ustedes rechazaron y negaron al Santo y Justo, mataron al autor de la vida”—, arrepiéntanse y conviértanse para que sean borrados sus pecados”.
En el sermón siete, vimos acerca del arrepentimiento como primer síntoma de vida; de que es necesario que las personas primero que nada sean convencidos de que han pecado contra el Dios Santo —el del Antiguo Testamento. Necesitan ver esa necesidad espiritual —antes de esperar sanidad, o un nuevo trabajo, o prosperidad—, necesitan arrepentirse de su pecado, y necesitan clamar compungidos de corazón al Padre perdón —para que los acepte; todo esto por medio de Jesucristo. Allí entra en escena las buenas nuevas, que en Jesucristo hay perdón de los pecados: “para que sean borrados sus pecados”. Por tanto, es necesario antes de dar la medicina, dar el diagnóstico médico del paciente.
Pero el plan maravilloso del que hablamos y predicamos, no se queda en el perdón de los pecados, ni es el fin principal; por su puesto, esto es necesario, ser limpios primero. Es necesario y es lo primero, ser justificados, ser reconciliados con Dios; es nuestro trabajo: “como si Dios rogara por medio de nosotros al mundo”. Pero el Evangelio, las buenas nuevas de Salvación no terminan allí. Pedro está diciendo que eso qué Jesús había hecho, sólo es parte del plan maravilloso; pero lo mejor aún está por venir — ¿No es esto maravilloso y emocionante? ¡Lo mejor está por venir!
Pedro había aprovechado el milagro para hablar de su mensaje; no eran los milagros parte de su mensaje. Sin embargo, Pedro les estaba diciendo: “Quiero tratar de explicarles que lo que le sucedió a ese hombre no es sino un anticipo —una probadita— de lo que sucederá a toda la creación, tanto hombres como el universo, al final de los tiempos de restauración de todas las cosas”. Sobre eso él quería llamar la atención de ellos; no se detuvo en el milagro, sino que lo uso como medio para llevarlos a la tarea que le fue encomendado por su Maestro. En pocas palabras, la sanación del cojo no es sino una ilustración de lo que Dios, en Cristo, hará con el mundo.
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Un plan maravilloso — con “p” y “m” minúscula.
Hechos 3. 22Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable; 23y toda alma que no oiga a aquel profeta, será desarraigada del pueblo. 24Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días.
Aquí es donde yo veo que los cristianos ignoramos gran parte de la predicación evangelística. El plan maravilloso del que se predica desde hace un tiempo, no es el Plan Maravilloso que Dios tiene; lo hemos reducido muy dramáticamente, y le hemos cambiado el orden. Particularmente en Estados Unidos comenzó hace tiempo una explosión de evangelismo —por los años 50’s—, en el que resaltaban los “métodos evangelísticos” para “convertir” a la gente en cristiana. Yo creo que todos hemos escuchado, nos han predicado, incluso hasta nosotros mismos hemos hablado de ese plan maravilloso. Había un folleto llamado las cuatro leyes espirituales, de Billy Bright; que en su concepción tenía buenas intenciones, y quizá por el contexto de los Estados Unidos en ese momento produjo resultados.
- Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida (Juan 3.16).
- El hombre es pecador y está separado de Dios, por eso no puedes conocer ese plan (Romanos 3.23).
- Jesucristo es la provisión para que puedas conocer ese plan (Romanos 5.8).
- Debes recibir a Jesús cómo Señor y Salvador para poder experimentar su amor y su plan maravilloso (Juan 1.12).
Pero, no sé si ustedes alcanzan a ver el desorden de las cosas. Es obvio, si nosotros lo leemos como cristianos, sabemos de lo que trata cada uno de los puntos; pero sí lo predicamos a incrédulos que nunca han tenido en cuenta a Dios, seguramente se irán por otro lado. Ese plan maravilloso está centrado en el hombre y no en Dios, eh allí el problema, que se detiene ese plan solo en el hombre y solo en el presente. “Dios te ama, y tiene un plan para ti, debes recibirlo para que puedas conocer y experimentar ese plan”. Yo digo, y quizá yo soy un exagerado —se los dejo a su consideración—, ¿Y el arrepentimiento? ¿Y la gloria de Dios en todo esto? ¿No es Él el que nos debe recibir si nosotros fuimos los pecadores y los que nos desviamos? ¿El Plan Maravilloso tiene que ver conmigo o con Él?
“Dios te ama y tiene un plan maravilloso para ti”, se ha quedado corto y ha desviado el asunto. Pero hemos reducido dramáticamente la predicación del Evangelio a “Dios te ama y tiene un plan maravilloso para tu vida”; y yo he visto como se comparte el Evangelio de esta manera. La gente ni se arrepiente, ni conoce el plan maravilloso verdadero. Sólo queremos llegar a como dé lugar al punto 4: “Repite una oración después de mí, y serás salvo”. Casi se ha convertido en parte de la Biblia este “repite después de mí”. Sin embargo Jesús no dijo “repite después de mí, Él dijo sígueme”. Noten, “Dios te ama mucho, Dios tiene un plana maravilloso para ti, recibe a Jesús como Señor, repite después de mí”, no dice mucho del plan de Dios. Solo toma cinco minutos, dicen los evangelizadores, ¿En verdad?
Nos hemos quedado cortos, porque hemos comenzado con los problemas particulares de los hombres, ¿Problemas en tu matrimonio? ¿Problemas en tu trabajo? ¿Tienes depresión? ¿Tú equipo de fútbol tiene años sin quedar campeón? Jesús es la respuesta —decimos con tono triunfalista. Yo pregunto, ¿La separación y condenación de los hombres? ¿El arrepentimiento? ¿Y el juicio eterno de Dios? ¿Y el infierno y el cielo? ¿El reino de Dios? ¿La venida de Cristo? ¿La sangre del Cordero? Veo poco de lo que Pedro predicó una y otra vez en el libro de los Hechos.
2. Un Plan Maravilloso — con “p” y “m” mayúscula.
Hace más de un año —cuando estábamos dando los estudios los jueves en una casa—, hablamos una serie acerca del Evangelismo. Y encontré un ministerio muy bonito llamado “ontheredbox —sobre la caja roja—, y fui impactado con su manera de sintetizar en 4 puntos el Plan Maravilloso de Dios, ellos le llaman “los cuatro pilares del Evangelismo”; a diferencia de las 4 leyes espirituales, este me pareció muy bíblico:
- Eternidad: muerte, condenación, juez, juicio, cielo, infierno.
- Ley: Los mandamientos, el pecado, la separación, esclavitud, malas noticias.
- Cruz: La obra de Cristo; propiciación, justificación, redención, regeneración, santificación, reconciliación y sustitución.
- Llamado: arrepentimiento, fe, urgencia, acercarse a Dios en comunión.
Me gustaría en uno o dos sermones desarrollar nuevamente estos pilares, porque muchos de los que están ahora, no estaban en aquel tiempo; y creo que es importante para nosotros como comenzar a evangelizar —que es lo más difícil. Me pareció que resume muy bien lo que trata el plan de Dios en cuanto a la parte de evangelizar.
Hechos 3. 22Porque Moisés dijo a los padres: El Señor vuestro Dios os levantará profeta de entre vuestros hermanos, como a mí; a él oiréis en todas las cosas que os hable;
Aquí Pedro se remonta nuevamente al Antiguo Testamento, ya más arriba había comenzado con el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Luego aquí, trae a escena a alguien muy importante para los judíos, Moisés. Cita un pasaje muy interesante del AT:
Deuteronomio 18. 15Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis…
Moisés fue el gran líder israelita escogido por Dios, y respetado por los judíos. Fue el hombre que había librado a los israelitas de los egipcios, dirigiéndole a la Tierra Prometida. Un hombre que los sacó de la cautividad, y los condujo a la libertad, a una tierra que fluía leche y miel. Pero el mismo Moisés profetizó de alguien mayor a él: “Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis”. En otras palabras, Moisés estaba profetizando que la tarea del Mesías era la de liderar a todo el universo desde el cautiverio al paraíso. Y esto es parte fundamental del Evangelio. No se queda en el perdón de los pecados, y en recibir bienestar en esta vida; de hecho muchos de estos cristianos no vivieron “bien” en cuanto a riquezas y tranquilidad.
Así pues, este es el mensaje:
Dios tiene un plan para este mundo, para el universo en que vivimos, el cual será liberado y restaurado en Cristo.
¿Cómo y cuándo sucederá? La respuesta no les gusta mucho a los hombres que desean tener el control de todas las cosas. Pero, la respuesta es, que la culminación del Plan de Dios vendrá en el futuro, de lo cual ni los ángeles saben el día y la hora. La gente se burla de estas cosas, dicen:
…son cuentos de hadas, que eso de las calles de oro y las fuentes de cristal es pura fantasía. Ya no nos creemos esas cosas, ya hemos crecido. Queremos algo para este mundo, algo que podamos disfrutar aquí y ahora. No nos sirve de nada que nos digan que un día sucederá algo maravilloso. Queremos algo nos haga sentir felices y seguros:
La predicación del Evangelio comienza con el Plan de Dios antes de la fundación del mundo, y culmina con el futuro de la restauración de todas las cosas; y en ninguna manera se centra en el hombre, y en la vida aquí en la Tierra. El plan de Dios se resume en el concepto el reino de Dios; y “el reino de Dios no es de aquí”. Ese es el meollo del Plan Maravilloso de Dios, su reino, ¿Qué es su reino? —en el sermón tres tratamos un poco de este tema—
Se trata de Jesús, de vivir y proclamar el Reino de Dios; su gobierno, sus mandamientos, sus prioridades. No se trata mi vida, ni de mi trabajo, ni de mi congregación o denominación; ni siquiera de mi religión. Se trata de que el reino de Dios avance, de sacrificar aún nuestras vidas terrenales, por si quizá uno más entre.
Hablemos de ese Plan Maravilloso, todo comenzó antes de la fundación de mundo.
Efesios 1. 3Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, 4según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, 5en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, 6para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado, 7en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia, 9dándonos a conocer el misterio de su voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí mismo, 10de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos, así las que están en los cielos, como las que están en la tierra.
Este pasaje es como esas películas que salen mucho después de alguna trilogía o película principal, explicando el origen de todos aquellos personajes —le llaman precuela. Se enfoca no en la trama principal de la película, sino en los acontecimientos que se producen antes del relato inicial. Este pasaje nos explica como Dios planeó todo, y cómo hasta cierto punto lo ha cumplido al pie de la letra.
Para nosotros todo comenzó con Adán, pero no perdamos de vista el propósito de Dios: “para que fuésemos santos y sin mancha delante de él”. Todo lo que ocurrió desde Adán, lleva el mismo propósito, (1) para que fuésemos santos y sin mancha, adoptados como sus hijos, aceptos en el Amado, y (2) se propuso reunir todas las cosas en Cristo en el cumplimiento del tiempo.
Aún no termina Dios con su Plan Maravilloso, y el cristianismo habla de eso, de comenzar a vivirlo y prepararnos para la gloria venidera: ¡lo mejor!
Para nosotros comenzó en Adán.
1. Adán
Dios le dio un trabajo a Adán, queriendo mostrar que su Plan Maravilloso no podía conseguirse por medios humanos; sin embargo, Dios puso en las manos de Adán su plan:
Génesis 1. 28Y los bendijo Dios, y les dijo: Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread en los peces del mar, en las aves de los cielos, y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra.
Esto parece significar que su tarea era ampliar las fronteras del Edén hasta que toda la tierra fuera como el Edén, un lugar donde Dios estaba presente, se daba a conocer, era servido y adorado y estaba especialmente presente —es decir, el reino de Dios, o si lo prefieren, el Plan Maravilloso, o mejor aún, que la Tierra se llena de su Gloria.
¿Qué fue lo que sucedió con Adán? No pudo. Dios lo sabía, y quiso evidenciarlo, “lo que es imposible para los hombres, para Dios es posible”. Adán pecó, y como consecuencia fue expulsado del Edén —Dios le había advertido que el alma que pecare, morirá. Pero Dios no abandonó su Plan Maravilloso de cubrir la tierra con su gloria. Dios prometió levantar una simiente de la mujer que aplastaría la cabeza de la serpiente, derrotando el mal —el proto-evangelio, primer evangelio.
Parecía todo trágico. Adán, siendo inocente, teniendo el albedrío verdaderamente libre, falló; siendo inocente, desobedeció. ¿Qué nos espera a toda la raza humana después de la caída? Ahora no somos como Adán, el pecado entró al mundo por un hombre, y por el pecado entró la muerte a todos los hombres.
2. Abraham
¡Que tragedia! Sin embargo, Dios encontró a un hombre pagano y lo sacó de su tierra y de su parentela, haciéndole promesas que superarían las maldiciones resultantes del pecado.
Génesis 22. 18En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra, por cuanto obedeciste a mi voz.
Abraham es un prototipo de nosotros, él estaba perdido y no buscaba a Dios. Pero Dios le encontró. Dios lo llamó. Dios le dio promesas grandes. Así fue con nosotros, nosotros no le buscábamos, él nos encontró, nosotros estábamos perdidos, y Él nos dio promesas. Estas promesas —dadas a Abraham— fueron pasadas a través de Isaac a Jacob, y luego a las tribus de Israel.
Después de haber sacado a Israel fuera de Egipto, Dios los llevó a un nuevo Edén, la tierra prometida que fluye leche y miel, y que a través de Moisés y Josué ellos entraron.
3. Israel
Luego Dios le dio a Israel —como nación— la tarea de Adán: expandir las fronteras del reino en el que Yahvé está presente, se da a conocer, es servido y adorado —su Plan Maravilloso— (cf. Núm 14:21; Sal. 72:19). Queriendo mostrar que tampoco una nación podría llevar a cabo su Plan; Dios puso en las manos de Israel su Plan, a la vez que lo ponía en sus manos, lo hacía parte del plan. De Israel nacería el Mesías, específicamente de la tribu de Judá. Cómo es grande nuestro Dios, por un lado demostró la fragilidad del hombre y de la nación, y por el otro lado los hizo participes de su reino.
Salmo 72. 19Bendito su nombre glorioso para siempre, Y toda la tierra sea llena de su gloria.
Amén y Amén.
Dios dejó sus mandamientos, se los dio a Moisés, y a su vez este al Pueblo. Dios instruyó a Josué para que no se apartara ni a izquierda ni a derecha del libro de la Ley; enseñándole que en la obediencia estaría el éxito de todo lo que emprendiere. El propósito era establecer la nación en la cual nacería la simiente de Abraham, y en la cual serían benditas no sólo Israel, sino todas las naciones; ese siempre ha sido su Plan Maravilloso.
A través de los profetas, Dios prometió que iba a restaurar a Israel y lograr su propósito de cubrir la tierra con su gloria así como las aguas cubren el mar (Is. 6:3; 11:9; Hab 2:14)
Isaías 11. 9No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento de Jehová, como las aguas cubren el mar.
Habacuc 2. 14Porque la tierra será llena del conocimiento de la gloria de Jehová, como las aguas cubren el mar.
¿Qué sucedió con Israel? Fracasó. Basta leer el libro de los Jueces, el de los Reyes y las advertencias de los profetas para darnos cuenta cómo no sólo fracasó, sino que iba en sentido contrario: en pos de otros dioses. Israel pecó al igual que Adán pecó, e Israel fue exiliado de la tierra así como Adán fue exiliado del Edén. Sin embargo, cuando todo parecía estar perdido, Dios trajo la esperanza; cuando por boca de los profetas anunció que vendría el Mesías.
4. Jesucristo
Finalmente Dios envió a Jesús, quien a diferencia de Israel y de Adán, resistió la tentación, conquistó la tierra, venció la muerte.
Hechos 3. 24Y todos los profetas desde Samuel en adelante, cuantos han hablado, también han anunciado estos días. 25Vosotros sois los hijos de los profetas, y del pacto que Dios hizo con nuestros padres, diciendo a Abraham: En tu simiente serán benditas todas las familias de la tierra. 26A vosotros primeramente, Dios, habiendo levantado a su Hijo, lo envió para que os bendijese, a fin de que cada uno se convierta de su maldad.
“En tu simiente serán benditas todas las naciones de la tierra”. Aquí Pedro está predicando sólo a judíos, por eso les habla de que son hijos de los profetas y del pacto, pues ellos son hijos de Abraham según la carne; a ellos primeramente es anunciado el Evangelio, y después sería anunciado a todas las naciones —en Jerusalén, Judea, Samaria y lo último de la tierra.
Lo mejor está por venir
Para mi es impactante que después de cómo se ha ido revelando este Plan de Dios, y que se haya puesto en manos de un hombre primero, luego una nación, y que finalmente Jesucristo ha logrado lo que estos no pudieron; Jesús vuelva a poner ese Plan en manos de hombres. Ya no en un solo hombre, ni en una nación terrena; sino en una nación santa, pueblo adquirido por Dios, para que anuncie las virtudes de aquel, para que el reino de Dios sea expandido.
Recapitulemos: Adán, Israel como nación, Jesucristo dando la victoria, y comisionando a la Iglesia. Él ha comisionado a sus seguidores a hacer discípulos de todas las naciones. Y Cuando la plenitud de los gentiles haya entrado, todo Israel será salvo (Rom 11:25-27), y Jesús cubrirá la tierra con la gloria de Yahvé.
El mundo no mejorará, afirman las Escrituras. Al final de los tiempos será como los días de Noé.
Lucas 17. 26Como fue en los días de Noé, así también será en los días del Hijo del Hombre. 27Comían, bebían, se casaban y se daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los destruyó a todos.
Esto a diferencia de lo que enseña la Evolución, de que el hombre y las especies van mejorando y adaptándose. Pero la Historia revela que la Escritura tiene la razón; entre más poder y conocimiento tiene el hombre, más maldad, más crimen, más injusticias. Es momento de que el mundo y el cristiano comiencen a prestar atención a las palabras de Pedro.
Hechos 3. 21a quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas, de que habló Dios por boca de sus santos profetas que han sido desde tiempo antiguo.
Parte de la predicación de Pedro es que no sólo era testigo de su muerte y resurrección, sino también de su asunción, que fue recibido en los cielos; y que ahora está sentado a la diestra de Dios, en la gloria eterna. Él está reinando, y está llamando un pueblo para sí, formando así un nuevo reino, el Reino de los cielos.
Así comenzó el cristianismo, que es la revelación del Plan Maravilloso para Dios. A través de los siglos el Evangelio ha sido predicado, a veces pequeños grupos, a veces grandes. Ojos han sido abiertos. Lo han creído. Han sido separados del mundo para vivir una nueva vida, una vida de esperanza. No hay temor a la muerte y al juicio. Son capaces de derrotar al pecado que antes se deleitaban. Y el reino de Dios sigue aumentando; tú y yo somos parte de Él. ¡Pero aun no viene lo mejor!
“A quien de cierto es necesario que el cielo reciba hasta los tiempos de la restauración de todas las cosas”…
Nuestro Señor volverá. Volverá al mundo. Y este es el fin de Evangelio, llevarnos al paraíso para siempre; para estar con Él. Eso es muchísimo mejor que todo lo bueno que nos suceda en este mundo pasajero. ¡No se afanen con esto que ven! Él vendrá y todo ojo lo verá. Pero no será como aquella primera vez, que vino como oveja al matadero, como siervo, como un bebé indefenso, sino como Rey de reyes, y Señor de señores, rodeado de ángeles, un innumerable ejercito de ángeles. Es parte del Plan Maravilloso y del mensaje cristiano: Él vuelve.
La gente se burla, y se pregunta ¿no se tardó su Señor ya en volver? Hace dos mil años que escuchamos lo mismo —ironizan. Pero la Escritura dice que no se está tardando, sino que es paciente:
2 Pedro 3. Mas, oh amados, no ignoréis esto: que para con el Señor un día es como mil años, y mil años como un día. 9El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.
Pedro está diciendo: “Yo no sé cuándo volverá, pero sé que lo hará. Dios no ha terminado su obra”. Por eso enviará a su Hijo de nuevo, para restaurar todas las cosas. ¿Por qué necesita el universo ser restaurado? Esta es la pregunta interesante para mí y para ti del sermón.
El mundo en el que vivimos no es tal como Dios lo creó. Él lo hizo perfecto. No había espinos, ni enfermedades, ni cojos de nacimiento, ni muerte. ¿Por qué el mundo está así en la actualidad? ¿Por qué un hombre nace cojo? ¿Por qué hemos tenido guerras mundiales y civiles? ¿Por qué se fabrican armas y bombas? ¿Cuál es la causa de todo esto? La única respuesta es la Caída del hombre. Cuando el hombre pecó, todo esto entró al mundo como consecuencia. Desde entonces, hombres y mujeres están separados espiritualmente de Dios, perdieron la paz, el gozo, la verdadera felicidad.
No solo el hombre, sino también la creación fue afectada; Dios maldijo la Tierra. En ese momento aparecieron las enfermedades y la muerte, y todo lo malo. El mundo ha sido trastornado, y está en caos. Pero cuando Dios envíe a su Hijo nuevamente, lo hará para que ponga en orden todas las cosas, para que “restauré todas las cosas”. “Cielos nuevos, y tierra nueva, en los cuales mora la justicia (2 Pedro 3.13).
Nosotros mismos seremos transformados. Dice Pablo:
Filipenses 3. 21el cual transformará el cuerpo de la humillación nuestra, para que sea semejante al cuerpo de la gloria suya, por el poder con el cual puede también sujetar a sí mismo todas las cosas.
Resumiendo el sermón de Pedro, él dice: “Miren, les interesa este milagro. Aquí tenemos a un hombre que nació cojo, que ahora está de pie, que anda, que salta y alaba a Dios. Así mismo le sucederá al Universo y a los hijos de Dios, saltarán y alabarán a Dios.
La causa de la enfermedad y de la muerte es el pecado, la rebelión contra Dios, pero Él vendrá y restaurará el mundo a su gloriosa perfección original, y a todos aquellos que crean, serán como este hombre”.
Aquí tenemos esta ilustración de lo mejor de la consumación del Plan de Dios. Restaurará todas las cosas. Como dice la Escritura:
Apocalipsis 21. 1Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más. 2Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. 3Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. 4Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron.
Esta es la historia y el mensaje cristiano: El mundo no va a mejorar, quizá empeore más. Pero el Plan de Dios no está en este mundo, sino fuera de él. Que el mundo haga lo que quiera, el Plan de Dios seguirá caminando. Cuando él tenga dispuesto, el cumplimiento de los tiempos, enviará a su Hijo nuevamente. Vendrá como juez a juzgar, y nuestro mensaje es ¿Están preparados para ese día grande y temible de Jehová? (Sofonías 1.14). Si no lo estás:
…arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para que vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio.